Soy de las personas que piensan que prácticamente todo lo que nos ocurre tiene un sentido y un porqué, y una vez más los hechos nos lo demuestran:
Miguel Ángel me contó que le hubiera hecho una gran ilusión celebrar su boda en el campo; en un precioso olivar donde pidió la mano a su adorada María. Este lugar pertenece a su familia y para él tiene un gran valor sentimental, ya que en su infancia y su juventud pasó grandes momentos en aquel lugar junto a su padre, que por desgracia le falta desde hace ya algunos años.
Entendiendo que por lo complicado del acceso al terreno les sería imposible celebrar la ceremonia allí, tuvieron que descartar esa posibilidad, pero los caprichos del destino quisieron que por cuestiones políticas y cambios en los ayuntamientos se vieran «obligados» a adelantar la ceremonia civil teniendo así la posibilidad de celebrar antes de su «gran boda» otra más íntima, con solo dos testigos, un oficiante y la maravillosa casualidad que hizo que Miguel Ángel y María hicieran de su sueño una realidad.