Me hace mucha gracia cuando las parejas me dicen que no han podido casi ni dormir ante la idea de tener que estar delante de la cámara para su sesión preboda y yo siempre intento tranquilizarlos antes, porque al final todos dicen que no era para tanto y que se lo pasaron muy bien.
A la preboda solo hay ir venir con ganas de divertirse un rato, de conocernos un poquito más y de tratar de ser lo más naturales posibles, no hay que fingir ni forzar nada porque ahí está el «truco», en dejarse llevar.
Mª Ángeles y Fran venían nerviosos pero enseguida cambiaron nervios por risas, cariño y ganas de tener un lindo recuerdo de esa bonita tarde. Ha sido estupendo trabajar con ellos porque son realmente encantadores y estoy ya deseando formar parte de su gran día.